La Sociedad de Ignacio existe para vivir y difundir la Fe Católica,
en toda su integridad, autenticidad y esplendor, como lo garantiza la Tradición,
en toda su unidad orgánica de doctrina y praxis, de dogma y teología, de estilo de vida ascético a oración mística,
en toda su coherencia entre la identidad católica integral, las convicciones internas, el estilo de vida personal y el ideal social de la Cristiandad,
brotando de la luz sobrenatural y el vigor de la gracia santificante,
actuando a través de los sacramentos,
promulgada según la Liturgia Latina Tradicional,
una unidad orgánica hecha posible por la Encarnación
y prolongado en el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia Católica,
para la gloria de la Santísima Trinidad, la salvación eterna de las almas, y el fomento de una civilización con un alma católica,
bajo la mirada del Cristo Crucificado,
a través del Corazón Más Puro de Nuestra Señora, Reina del Cielo y la Tierra.
Nosotros, la Sociedad de Ignacianos, somos hombres que hemos conocido la mirada del Cristo crucificado y hemos decidido dar corazón, mente y fuerza para la defensa enérgica y la propagación caballeresca de la única religión verdadera de Su Cuerpo Místico, la Iglesia Católica.
Somos hijos espirituales de San Ignacio que aspira a utilizar ambiciosamente todos los medios modernos para impulsar emprendedora y urgentemente un alcance global pro-convertir con el fin de traer al mayor número de hombres y mujeres el bien supremo, interminable y absolutamente crucial, el cumplimiento y la felicidad de la redención de Cristo, y así hacer una diferencia eterna para los demás en la historia y la eternidad.
Sacerdotes distintivos, íntegros y confiados católicos, orgullosos de la tradición católica.
Nos dedicamos en cuerpo y alma a través del voto triple clásico al Corazón Heroico de Jesucristo a través del Inmaculado Corazón de María, Reina de la Caballería.
Leal al espíritu guerrero de San Ignacio de Loyola y su inspiración San Ignacio de Antioquía, decidimos combatir con valentía las fuerzas hostiles al honor de la Santísima Trinidad y peligrosas para la salvación eterna de las almas: la Dictadura del Relativismo, la Cultura de la Muerte, el secularismo y lo que yace detrás de ellos, el Eje del Mal, el antiguo triple enemigo del hombre.
Estamos orientados a un propósito, comprometidos a ser pioneros en la creación de minorías católicas creativas, emprendedoras de la evangelización.
Nos preparamos para la misión con un equipo ascético, místico e intelectual cristiano duro, profundo y de largo alcance.
Resolvemos vivir de forma permanente en alerta, siempre listos para construir la Iglesia en las posiciones más duras y desalentadoras.
Amamos la Misa tradicional y el Divinum Officium, los colocamos como el eje de nuestra espiritualidad, y somos ordenados según la forma tradicional, recibiendo en el camino todas las órdenes menores.
Somos una comunidad, una banda de hermanos, unidos por las convicciones, los riesgos y los peligros que nacen de nuestra resolución común de luchar caballerosamente en primera línea para la salvación de las almas.
Somos hombres que, en lo más profundo de nuestros corazones, tenemos un héroe a seguir, una novia que amar, una batalla para luchar, una misión para alcanzar, una paternidad para vivir, una patria a alcanzar y la mujer «vestida del sol» para inspirarnos
Estos son nuestros motivos para ser ignacianos; estos son nuestros fundamentos; estos son nuestros objetivos y el oxígeno con que nuestras almas respiran.
Juntos, forman el gran «Sí» ardiendo dentro de nosotros.
Juntos demandan un amor profundo y audaz, hombres que aspiran a formar un corazón místico, caballeroso y heroico.
Juntos nos impulsan a ser hombres que tienen la intención de vivir nuestro lema hasta el último latido de nuestro corazón: Honor Dei. Salus Animarum. Deo Optimo Maximo!